miércoles, 30 de marzo de 2016

La casa de Bernarda Alba


    
           La casa de Bernarda Alba


                   
                       4.3.2- Lee este fragmento y contesta a las siguientes preguntas:

                      -  ¿En qué consiste la prohibición de Bernarda? 



                          La prohibición de la madre Bernarda consistía en permanecer de luto durante mucho tiempo  debido a la muerte de su marido ( dice exactamente 8 años de luto, aunque probablemente sea una exageración del autor). Permanecerán en casa encerradas sin salir tal y como pasó en casa de su padre y en casa de su abuelo, por lo tanto también tendrá que ver con la tradición que había anteriormente.


                 -  ¿Qué papel les asigna en la sociedad a las mujeres?



                  En esta sociedad más bien atrasada se hacen bastantes referencias machistas como se puede ver en el personaje de Bernarda Alba. En esta escena específicamente compara los trabajos de mujer y hombre. Mientras el hombre realiza trabajos más físicos la mujer debe permanecer en el interior y hacer tareas dedicadas al cuidado del hogar así como planchar, fregar, cocinar, limpiar, lavar o tejer, lo cual se puede ver varias veces durante el transcurso de la obra.


                 - ¿Qué crees que representa simbólicamente la figura de Bernarda Alba?



                  La figura de Bernarda Alba en esta historia representaría a la sociedad que se encontraba en esa época que estará bastante a favor del hombre. También representará un ser autoritario (autoritarismo) e irracional ya que privará a sus hijas de libertad, encerrándolas debido al luto en el que deben permanecer por la muerte de su padre. Se verá también una frustración sexual que Bernarda reprenderá en varias ocasiones durante la obra, incluso al final donde su única preocupación es que su familia permaneciera noble gritando a sus hijas que había que hacer creer que Adela era virgen cuando murió.

 

LA PONCIA: No tendrás ninguna queja. Ha venido todo el pueblo.

BERNARDA: Sí; para llenar mi casa con el sudor de sus refajos y el veneno de sus lenguas.
AMELIA: ¡Madre, no hable usted así!
BERNARDA: Es así como se tiene que hablar en este maldito pueblo sin río, pueblo de pozos, donde siempre se bebe el agua con el miedo de que esté envenenada.
PONCIA: ¡Cómo han puesto la solería!
BERNARDA: Igual que si hubiese pasado por ella una manada de cabras. (Poncia limpia el suelo.) Niña, dame el abanico.
ADELA: Tome usted. (Le da un abanico redondo con flores rojas y verdes.)
BERNARDA: (Arrojando el abanico al suelo.) ¿Es éste el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro y aprende a respetar el luto de tu padre.
MARTIRIO: Tome usted el mío.
BERNARDA: ¿Y tú?
MARTIRIO: Yo no tengo calor.
BERNARDA: Pues busca otro, que te hará falta. En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Hacemos cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi padre y en casa de mi abuelo. Mientras, podéis empezar a bordar el ajuar. En el arca tengo veinte piezas de hilo con el que podréis cortar sábanas y embozos. Magdalena puede bordarlas.
MAGDALENA: Lo mismo me da.
ADELA: (Agria.) Si no quieres bordarlas, irán sin bordados. Así las tuyas lucirán
.
MAGDALENA: Ni las mías ni las vuestras. Sé que yo no me voy a casar. Prefiero llevar sacos al molino. Todo menos estar sentada días y días dentro de esta sala oscura.
BERNARDA: Esto tiene ser mujer.
MAGDALENA: Malditas sean las mujeres.
BERNARDA: Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con posibles.


                4.3.3  - Lee este fragmento y contesta a las siguientes preguntas:  

               - ¿Aparece alguna vez Pepe el Romano en escena a lo largo de la obra? 



                 Pepe el Romano es muchas veces mencionado en la obra, sin embargo nunca hace una apariencia física, lo que nos hace reflexionar aún más sobre su función en la obra. Hablan constantemente de este personaje ya que aspira al matrimonio con Angustias, la hermana más mayor aunque a la vez está siendo infiel a su prometida con su hermana Adela. También se le menciona ya que Martirio, una de las hermanas mediana lleva tiempo enamorada de él.


               -¿Por qué Magdalena cree que no es normal que se case con Angustias?



                  Porque sabe que Pepe el Romano viene simplemente por el dinero que ahora pertenece a Angustias después de a muerte del marido de Bernarda. Está confundida igualmente ya que Angustias es la mayor de todas las hermanas con casi cuarenta años y es bastante fea. Ya que Pepe es joven, con veinticinco años, y es uno de los hombres más apuestos de la zona sería más normal que viniera a pretender a una hermana más joven como Adela. Por estas razones Magdalena piensa que su única aspiración con este matrimonio es el dinero que le pertenecerá.


              -¿Qué crees que representa simbólicamente en la obra el personaje de Pepe el Romano?



               Debido a los deseos y lujuria que sienten casi todas las hermanas por este personaje que será apuesto, masculino y compuesto podemos pensar que este símbolo podría en realidad representar la pasión, el amor o el deseo sexual que sienten y que a la vez está siendo reprimido por la sociedad y especialmente por la madre, Bernarda Alba.

               Este personaje también podría representar la envidia, la codicia o avaricia que sienten las hermanas entre ellas peleándose por el amor de este hombre.

 Magdalena: (Con intención.) ¿Sabéis ya la cosa...? (Señalando a Angustias.)
Amelia: No. Magdalena: ¡Vamos!

Martirio: ¡No sé a qué cosa te refieres...!
Magdalena: Mejor que yo lo sabéis las dos. Siempre cabeza con cabeza como dos ovejitas, pero sin desahogaros con nadie. ¡Lo de Pepe el Romano!
Martirio: ¡Ah!
Magdalena: (Remedándola.) ¡Ah! Ya se comenta por el pueblo. Pepe el Romano viene a casarse con Angustias. Anoche estuvo rondando la casa y creo que pronto va a mandar un emisario.
Martirio: ¡Yo me alegro! Es buen hombre.
 Amelia: Yo también.
Angustias: Tiene buenas condiciones.
Magdalena: Ninguna de las dos os alegráis.
Martirio: ¡Magdalena! ¡Mujer!
Magdalena: Si viniera por el tipo de Angustias, por Angustias como mujer, yo me alegraría, pero viene por el dinero. Aunque Angustias es nuestra hermana aquí estamos en familia y reconocemos que está vieja, enfermiza, y que siempre ha sido la que ha tenido menos méritos de todas nosotras, porque si con veinte años parecía un palo vestido, ¡qué será ahora que tiene cuarenta!
 Martirio: No hables así. La suerte viene a quien menos la aguarda.
Amelia: ¡Después de todo dice la verdad! Angustias tiene el dinero de su padre, es la única rica de la casa y por eso ahora, que nuestro padre ha muerto y ya se harán particiones, vienen por ella!

 Magdalena: Pepe el Romano tiene veinticinco años y es el mejor tipo de todos estos contornos. Lo natural sería que te pretendiera a ti, Amelia, o a nuestra Adela, que tiene veinte años, pero no que venga a buscar lo más oscuro de esta casa, a una mujer que, como su padre habla con la nariz.

 Martirio: ¡Puede que a él le guste!
 Magdalena: ¡Nunca he podido resistir tu hipocresía!
Martirio: ¡Dios nos valga!
     
               4.3.4- Lee el este fragmento y contesta las siguientes preguntas. En el siguiente enlace: LA CASA DE BERNARDA ALBA tienes la película basada en la obra. En el minuto 1 hora 27  tiene esta escena:

-  ¿Por qué discuten Adela y Martirio?
- ¿Por qué Martirio sí permite que Pepe el Romano se case con Angustias pero no soporta que se vaya con Adela?
- ¿Qué hace Adela con el bastón de su madre?
-  ¿Qué hace luego Bernarda?
 ¿Por qué se suicida Adela? ¿Qué  representa simbólicamente el personaje de Adela (fíjate que al final rompe el luto y se viste de verde.Los colores en Lorca tienen mucho simbolismo)?
- ¿Qué es lo único que le preocupa a Bernarda cuando muere Adela?
-   ¿A qué conclusión final  nos lleva Lorca con el desenlace final de la obra (es decir, qué quiere decirnos con él)?

               


  

Adela: ¿Por qué me buscas?
Martirio: ¡Deja a ese hombre!
Adela: ¿Quién eres tú para decírmelo?
Martirio: No es ése el sitio de una mujer honrada.
Adela: ¡Con qué ganas te has quedado de ocuparlo!
Martirio: (En voz alta.) Ha llegado el momento de que yo hable. Esto no puede seguir así.
Adela: Esto no es más que el comienzo. He tenido fuerza para adelantarme. El brío y el mérito que tú no tienes. He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a buscar lo que era mío, lo que me pertenecía.
Martirio: Ese hombre sin alma vino por otra. Tú te has atravesado.
Adela: Vino por el dinero, pero sus ojos los puso siempre en mí.
Martirio: Yo no permitiré que lo arrebates. El se casará con Angustias.
Adela: Sabes mejor que yo que no la quiere.
Martirio: Lo sé.
Adela: Sabes, porque lo has visto, que me quiere a mí.
Martirio: (Desesperada.) Sí.
Adela: (Acercándose.) Me quiere a mí, me quiere a mí.
Martirio: Clávame un cuchillo si es tu gusto, pero no me lo digas más.
Adela: Por eso procuras que no vaya con él. No te importa que abrace a la que no quiere. A mí, tampoco. Ya puede estar cien años con Angustias. Pero que me abrace a mí se te hace terrible, porque tú lo quieres también, ¡lo quieres!
Martirio: (Dramática.) ¡Sí! Déjame decirlo con la cabeza fuera de los embozos. ¡Sí! Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura. ¡Le quiero!
Adela: (En un arranque, y abrazándola.) Martirio, Martirio, yo no tengo la culpa.
Martirio: ¡No me abraces! No quieras ablandar mis ojos. Mi sangre ya no es la tuya, y aunque quisiera verte como hermana no te miro ya más que como mujer. (La rechaza.)
Adela: Aquí no hay ningún remedio. La que tenga que ahogarse que se ahogue. Pepe el Romano es mío. Él me lleva a los juncos de la orilla.
Martirio: ¡No será!
Adela: Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca. Seré lo que él quiera que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por los que dicen que son decentes, y me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado.
Martirio: ¡Calla!
Adela: Sí, sí. (En voz baja.) Vamos a dormir, vamos a dejar que se case con Angustias. Ya no me importa. Pero yo me iré a una casita sola donde él me verá cuando quiera, cuando le venga en gana.
Martirio: Eso no pasará mientras yo tenga una gota de sangre en el cuerpo.
Adela: No a ti, que eres débil: a un caballo encabritado soy capaz de poner de rodillas con la fuerza de mi dedo meñique.
Martirio: No levantes esa voz que me irrita. Tengo el corazón lleno de una fuerza tan mala, que sin quererlo yo, a mí misma me ahoga.
Adela: Nos enseñan a querer a las hermanas. Dios me ha debido dejar sola, en medio de la oscuridad, porque te veo como si no te hubiera visto nunca.
(Se oye un silbido y Adela corre a la puerta, pero Martirio se le pone delante.)
Martirio: ¿Dónde vas?
Adela: ¡Quítate de la puerta!
Martirio: ¡Pasa si puedes!
Adela: ¡Aparta! (Lucha.)
Martirio: (A voces.) ¡Madre, madre!
Adela: ¡Déjame!
(Aparece Bernarda. Sale en enaguas con un mantón negro.)
Bernarda: Quietas, quietas. ¡Qué pobreza la mía, no poder tener un rayo entre los dedos!
Martirio: (Señalando a Adela.) ¡Estaba con él! ¡Mira esas enaguas llenas de paja de trigo!
Bernarda: ¡Esa es la cama de las mal nacidas! (Se dirige furiosa hacia Adela.)
Adela: (Haciéndole frente.) ¡Aquí se acabaron las voces de presidio! (Adela arrebata un bastón a su madre y lo parte en dos.) Esto hago yo con la vara de la dominadora. No dé usted un paso más. ¡En mí no manda nadie más que Pepe!
(Sale Magdalena.)
Magdalena: ¡Adela!
(Salen la Poncia y Angustias.)
Adela: Yo soy su mujer. (A Angustias.) Entérate tú y ve al corral a decírselo. Él dominará toda esta casa. Ahí fuera está, respirando como si fuera un león.
Angustias: ¡Dios mío! Bernarda: ¡La escopeta! ¿Dónde está la escopeta? (Sale corriendo.)
(Aparece Amelia por el fondo, que mira aterrada, con la cabeza sobre la pared. Sale detrás Martirio.)
Adela: ¡Nadie podrá conmigo! (Va a salir.)
Angustias: (Sujetándola.) De aquí no sales con tu cuerpo en triunfo, ¡ladrona! ¡deshonra de nuestra casa!
Magdalena: ¡Déjala que se vaya donde no la veamos nunca más!
(Suena un disparo.)
Bernarda: (Entrando.) Atrévete a buscarlo ahora.
Martirio: (Entrando.) Se acabó Pepe el Romano.
Adela: ¡Pepe! ¡Dios mío! ¡Pepe! (Sale corriendo.)
La Poncia: ¿Pero lo habéis matado?
Martirio: ¡No! ¡Salió corriendo en la jaca!
Bernarda: No fue culpa mía. Una mujer no sabe apuntar.
Magdalena: ¿Por qué lo has dicho entonces?
Martirio: ¡Por ella! Hubiera volcado un río de sangre sobre su cabeza.
La Poncia: Maldita.
Magdalena: ¡Endemoniada!
Bernarda: Aunque es mejor así. (Se oye como un golpe.) ¡Adela! ¡Adela!
La Poncia: (En la puerta.) ¡Abre!
Bernarda: Abre. No creas que los muros defienden de la vergüenza.
Criada: (Entrando.) ¡Se han levantado los vecinos!
Bernarda: (En voz baja, como un rugido.) ¡Abre, porque echaré abajo la puerta! (Pausa. Todo queda en silencio) ¡Adela! (Se retira de la puerta.) ¡Trae un martillo! (La Poncia da un empujón y entra. Al entrar da un grito y sale.) ¿Qué?
La Poncia: (Se lleva las manos al cuello.) ¡Nunca tengamos ese fin!
(Las hermanas se echan hacia atrás. La Criada se santigua. Bernarda da un grito y avanza.)
La Poncia: ¡No entres!
Bernarda: No. ¡Yo no! Pepe: irás corriendo vivo por lo oscuro de las alamedas, pero otro día caerás. ¡Descolgarla! ¡Mi hija ha muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla como si fuera doncella. ¡Nadie dirá nada! ¡Ella ha muerto virgen! Avisad que al amanecer den dos clamores las campanas.
Martirio: Dichosa ella mil veces que lo pudo tener.
Bernarda: Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija.) ¡A callar he dicho! (A otra hija.) Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!

Día viernes 19 de junio, 1936.

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